viernes, 12 de octubre de 2012

CAMINO A FURKAPASS II


Diarios de Motocicleta y más

Amanece antes de las seis, pero las pocas horas de oscuridad fueron prolongadas …
Para quienes se quedaron con ganas de saber qué fue de nuestros amigos en Furkapass, continuamos el relato.



Amanece antes de las seis, pero las pocas horas de oscuridad fueron prolongadas convenientemente con las cortinas cerradas. Nos despertamos, despejamos las vistas hacia el espectacular paisaje, y a tomar mate bajo el plumón, que sí funcionaba como un cinco estrellas. Qué digo: frío, plumón, mate y esa vista…. ¡nueve estrellas por lo menos! Qué atrás quedaban las sensaciones de anoche … “Debe haber sido el cansancio”.

“Mas de pronto… un oscurecimiento”, decían los Les Luthiers: “Densas nubes se cierran sobre la cumbre, el solcito incipiente se convierte en un recuerdo… ¡y tocan a la puerta!” Otra vez sopa. Tocan de nuevo, no se van, son insistentes. Y bueno, yo abro. Evalué ponerme el casco de moto, pero iba a quedar muy ridículo en calzoncillos, casco y con un extrañísimo objeto en la mano -el mate. Bueno, el mate sí, quizás crean que es un arma extraña y letal, y los mantenga lejos.

Norbert o Nolbert o Nolber, como se llame el que no tenia nombre y ahora tiene, dice: “Si vamos a bajar a desayunar”. No sé qué quiere, pero evidentemente hice bien en portar el mate, me pareció que retrocedió un poco ante tan extraño amuleto. Quizás con los pelos revueltos y la barba hirsuta parezco una especie de druida, quizás tenga preocupados a estos guachos, je.

Bajamos a desayunar, en el corredor de la planta baja y el recibidor se exhiben fotos muy antiguas, y hasta grabados de carruajes de caballos y autos como Packards, o quien sabe que marcas eran, detenidos con sus ocupantes posando frente al hotel.  1889, 1913 … sin pavimentar, el camino sí que se parece a Transilvania. Tambien hay fotos de sociales: visitas de personalidades, políticos, príncipes exóticos … Un homenaje en el centenario del hotel con fotos en hojas amarillentas de Der Spiegel, el famoso diario,  de los miembros de la familia Carlen, los propietarios… Rosemarie, la que me contesto los mails confirmando la reserva y despidiéndose con un muy correcto “ les espero en el Hotel … “Con una estola  posando tomada del brazo de su hermano, Martin Carlen, de smoking y levita … una colección de cerámicas, vitrinas con objetos varios… llegamos al comedor, un salón amplio, con forma de semicírculo, todo ventanal. Debe tener una vista espectacular, ahora no sé, porque la neblina parece algodón y llueve incipientemente. Breakfast a trois, nosotros y este muchacho again.

Hay pan pero no hay tostadora, sì mermeladas, manteca, café con leche, dos croissants.  El quía se arrima y nos dice: “Cuando vuelvan, si está cerrada la puerta, empujen el vidrio, una llave está escondida adentro”. No sólo de nuevo se va, también sugiere que ¡nos vayamos! Mejor le hacemos caso y nos vamos … a la Argentina, con unos mil litros de nafta en el tanque llegamos sin problemas.

“¿Rosemarie, viene de vez en cuando al Hotel?”, pregunto para hacerme el entendido. El tipo me presta atención , por la manera rara con que me mira vacilante. Mira por sobre mi hombro en realidad, cuando sigo su mirada estaba Angela, “Anyela”, así se llama la colorada, parada atrás mío (¿de donde salió?) mirándolo imperturbable, “Fraulien Rosemarie died in 1884”, dice.

Dudé en preguntar: “¿Quién mierda me escribió entonces?”. Mejor me hago el boludo, mejor … me hice la película de los ojos de Angela clavados en mi nuca, casi que lo sentía … en vano  fue, Angela ya no estaba visible. A estos putos hay que ponerle cencerros en el cuello, van a destrozar mis coronarias, pensé.  Capaz que no, seguro que esta guacha flota por los pasillos, así que tampoco haría ruido. El tipo tampoco las tenía todas consigo, ahora miraba el mate con interés; pero no, no era el mate, era la bombilla. Le empecé a explicar en inglés que eran un mate argentino y su bombilla, pero como  me la dejó picando, le mandé con acento y todo de un fingido dialecto exorcista: ”Estaquen de aplaquen, de platen, de argentum, ¿entendés?, Argentina, argentum, plata …¿entendés?“. Di una media vuelta escénica y me rajé para mi mesa. A papá mono con banana verde … A mitad de camino, ya envalentonado, rematé: “Y lo que tengo en el termito será agua caliente … ¡pero bendita!”.

Y bueno, también el programa preveía salir en giro, tocaban los otros tres pasos que forman un rombo virtuoso en paisajes incomparables:  Oberalpass, Neufennpass, y otro que de los nervios se había olvidado. Me vino a la cabeza una especie de traducción simultanea: Ojala Pass, Nunca Pass, y probablemente el otro fuera algo así como: ¡Demasiado tarde pass! Salimos rápidamente. La moto marcaba cinco grados de temperatura ambiente, llovizna que era casi agua nieve, neblina, banquinas estrechas y precipicios profundos. Indudablemente, mucho mejor que el ambiente del Hotel Belvedere, como lo pueden llamar así, desde hoy lo llamare Hoteliten Salsipuedes, como los cordobeses. Necesitaria algún chiste cordobés, así el culo se me afloja, lo tengo tan cerrado del susto que puedo cortar diamantes, no alambres. La Titi me habla  por el intercom: “Son raros, pero amables, ¿viste ?“, ”Titi …”, a mi puteada se la lleva el viento, por suerte. Nada como una incomunicación oportuna para conservar el amor.

El día fue hermoso, subimos y bajamos durante 197 kilómetros de montaña. El clima solo se sufría alrededor de los 800 metros de altura, por encima se disfrutaba bien. Escuchamos en la radio como los italianos transmitían el triunfo de Suiza sobre España; la gente veía pasar la moto con patente de Barcelona y se nos cagaba de risa. Ríanse giles, cuando los agarre Maradona van a llorar, tanto como nosotros …ustedes los suizos sobrevivieron guerras, desastres e invasiones, pero Maradona, Grondona y los barras K les van  a hacer creer que el Hotel Belvedere es un jardín de infantes, ya van a ver.

Cenamos en Andermatt, a unos 28 km. del Infernhotel Belvedere-Salsipuedes. Ya habíamos estado en otro viaje, la mejor trucha del mundo, se los juro. La señora se acordaba de nosotros, o mejor dicho de la moto. Y como todo lo bueno termina alguna vez, al final pusimos proa hacia el Furkapass. Una noche más, solo una noche más , no es nada … los picos de piedra recortados en el crepúsculo parecían gárgolas gigantes reunidas a mirar nuestro paso. Y se reían, les juro, las hijas de puta se ¡reían! Me parecía escucharlas comentar: “A ver qué haces ahora con la estaquita esa de mierda, a ver …“, “Te las vas a meter en el culo, te la vas …“.

Paramos frente a la puerta. Nada. Le coloque la funda a la moto. Olvidé decirles, pero no se les habrá ocurrido que pudiera haber algo parecido a un garaje o un reparo. Até todo mejor que nunca, la noche vendría con viento y agua. Le crucé una soguita extra a manera de cincha. Mañana será un quilombo extra desatarla, pero mejor cuidar bien a mi gordita azul. Entramos, puerta sin llave. Afuera ya estaba oscuro, adentro estaba más. No hagas ruido, como mierda hago para no hacer ruido si todo cruje, no, eso que sentís son mis dientes. Me parece que los cuadros están cambiados de lugar. Y bueno, si yo tengo el corazón en la boca, porque los muebles no van a estar fuera de lugar. Diamantes. ¿Dónde hay diamantes? Diamantes corto con el culo de nuevo, no hables tan fuerte que nos van a escuchar. Segundo piso, ya estamos.

Quinientos setenta y dos metros más de pasillo y llegamos. Tantas boludeces que traemos y ningún crucifijo. Pensar que en Compostela abrazamos al Santo en el altar. ¿Le pediste que nos proteja? Sí, pero ni él se imagina de esto, ¿quién mierda se lo puede imaginar? Hay un único boludo en el mundo en este momento que se lo imaginó, y no sólo eso, hizo la reserva escribiéndose con una muerta , y va pagar para que le muerdan el cuello y le den chancho frito a la cena … Y ese boludo esta usando tus botas -si mis botas las tengo puestas … Entonces ya me estás entendiendo. Bueno basta. ¿Seguro que  estamos en el segundo piso? ¿¿¿DONDE CARAJO ESTAMOS???

Alguien me agarra. Es la Titi, la puta madre, qué susto. Ahora sí llegamos. Una puerta, dos puertas, un cerrojo, otro cerrojo. No encuentro la luz … ¿Y si la prendo y hay alguien adentro? No te preocupes, tenés la estaca, digo la bombilla. Sí la tengo, pero ahora que pienso en las gárgolas, agarrala vos. ¿Qué gárgolas? Nada, nada, mañana te cuento …, si no te enterás antes.

¿Rafa, dónde estás? Acá abajo del plumón … ¿Abajo del plumón? Hablá despacito, ¿no ves que me escondí acá y vos me mandas en cana? Es que me olvidé los lentes de lectura en la moto … Guacha, trola, reventada (pensé solamente, como voy a decir eso). Silencio. Silencio.

Vocecita tan temida: “¿No me los buscás? (Re guacha, re trola, re reventada), no querés que mejor me haga el harakiri con la estaca, digo la bombilla? Ay mi amor, estoy dormido, tengo paralizado medio cuerpo, me parece que me está dando un infarto, ¿no podés dormir sin leer?  Dale, por favor… (Requete guacha, requete todo, mujer tenia que ser …) Bueno, ya voy. Esperá que termino el testamento.

Ojotas. Bata. Llave de la moto. Ruda macho. Cruje el pasillo. No hay silencio, el deshielo del glaciar y el viento ponen el fondo. Qué frío que hace, ¿por qué transpiro? La mano en el bolsillo de la bata, el arma mortal, der bombillen argentinien, firme en la mano. Pasan los pasillos, recuerdo el libro El país de las sombras largas. Un piso menos, talan talan, la jarra de cerámica en el fuentón. La puta que te parió, jarra alcahueta. Me detengo a escuchar, pero lo único que escucho es mi corazón. Calculo 236 latidos por minuto, más que Schumacher en la línea de largada, recordar suspender la ergometría de control anual a la vuelta. Planta baja, puerta cerrada. Busco a tientas la llave, es fácil, tiene el tamaño de una llave inglesa y el peso de un ancla. Si le hacen carbono 14 seguro que es de la primera época de la edad de los metales. 

Tres vueltas al cerrojo, ya estoy afuera. Qué frío, Titi, qué prueba de amor. Quizás te tenga más miedo que a Rosemarie, en el turno suspendido de la ergometría pedir cita con el psicólogo. El agua nieve pega en la cara como agujitas, los nudos estan duros por el frío, los desato laboriosamente, ¿cómo se desata el nudo en el estómago? El viento se lleva la funda de la moto, corro a buscarla, me tropiezo, me cago en las ojotas, ya me salió un sabañón en un dedo, el otro está raspado con el pavimento. Agarro la funda, si me descuido salgo como un parapente y no paro hasta Italia. Por lo menos no me mordería Angela. Vuelvo a la moto, busco los lentes. Me cago en los lentes, me cago en las gárgolas. Hago unas ataduras como puedo, me tiro adentro del recibidor como Pichot aquella vez contra Francia. Me raspo más que Pichot contra Francia, nadie me aplaude. Cierro la puerta, uy, que oscura la escalera. Llego al primer piso, subo el último escalón frente a la habitación nueve. ¡Se abre la puerta! En el vano se recorta la silueta de una alta y flaca figura. Mi corazón se paró hace cuatro escalones, creo.

Tonos rojizos en el contraluz, los pelos de Angela, no puedo verle la cara, ahora no veo nada más. En el sobresalto, retrocedí instintivamente … en ojotas y en una escalera oscura. Ahora veo escalones, duros escalones mientras desciendo dando tumbos. La puta cómo duele, no se si no duele más que una mordedura de la colorada; parece que ya estoy parando, cuando siento una punzada lacerante ahí donde no llega nunca el sol, entre la espalda y las piernas … Me cago en las gárgolas, las escucho reír, lloran de la risa. Angela llega hasta mí, bueno, es el final …

Estaba preocupada, pobre. Me ayudó, me levantó, recogió las ojotas, me miró alejarme lo más digno que pude hacia el otro piso y luego el corredor. Ya fuera de su vista, me arranqué la bombilla; ¡mañana el mate será con pajita!

Ahora son las nueve, casi brilla un pálido solcito. Todo pasó, estamos bajando por última vez el Furkapass. Ultima vez … este año. Ya me comunicaré con Rosemarie, después se verá.

1 comentario:

  1. Buenisimo el relato che, si hasta dan ganas de ir a visitarla a Angelita.
    Ojo con la bombilla, que es casi como la enema..... no cura pero entretiene.

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